viernes, 28 de septiembre de 2012

Relación de mi entonces marido con mis hijos






-3.-RELACIÓN DE MI ENTONCES MARIDO CON MIS HIJOS.

Hago hincapié en esta faceta para que se vea que mi hijo José Antonio, que era el pequeño, fue el más perjudicado por las ausencias de su padre y la mala educación que les daba cuando estaba en casa, en la peor etapa de nuestro matrimonio que mi hijo era casi recién nacido.
José Antonio era un niño hiperactivo, algo travieso, muy cariñoso, simpático y de buenos sentimientos. Era el que mas atención necesitaba y el que más debía haber tenido una educación acorde entre su padre y su madre. Pero no fue así porque su padre no estaba nunca en casa y en esta etapa, cuando estaba, no quería saber nada de los problemas de nuestros hijos y se dedicaba a hacerme la contraria delante de ellos y quitarme la autoridad. Todo esto debió de influir mucho en la formación posterior del comportamiento de mi hijo.
Yo se que mi marido quería a nuestros hijos, pero conforme iban creciendo se ocupaba  menos  de ellos porque decía que cuando venía del  trabajo no quería saber ningún problema y si yo a veces le pedía ayuda por algún suceso ocurrido con alguno de los niños,  empezaba a gritarme delante de ellos diciendo que no quería saber nada. Así me quitaba a mí la autoridad delante de mis hijos.

Como esto empeoró con el paso del tiempo, al que mas le afectó esa mala educación por parte de su padre fue a mi hijo José Antonio que era el mas pequeño, porque los primeros años  de los dos mayores fueron mejores respecto a la convivencia con su padre, pero con José Antonio, al año de nacer ya empezaron los problemas graves. A todos les afectó esa falta de normas y razonamientos por parte de la autoridad paterna, que suplía con gritos descomunales o con risas cuando hacían algo mal, pero a José Antonio más por haber empezado a tan temprana edad.
O eran gritos o eran risas, nada de razonamientos y normas.

Voy a contar algún caso concreto para que se vea como ejemplo.
Cuando José Antonio era pequeño y yo estaba atendiendo a alguien en la tienda y llegaba dos minutos tarde al colegio a recogerlo, ya se había ido el solo y yo me angustiaba buscándolo. Eso pasaba bastantes veces y el era muy pequeño para ir sólo por la calle. Cuando volvía a casa y se lo decía a su padre para que me apoyara, en lugar de eso empezaba a gritarme diciendo que cuando venía del trabajo no quería saber nada de problemas, eso delante de mis hijos. Quitarme la autoridad a mí delante de los niños era su especialidad. Claro, necesitaba el tiempo y energía para “su trabajo nocturno”.
Pero sin embargo, a pesar de que no quería saber nada de los problemas de su educación me hacía la contra en todo lo que yo intentaba inculcarles, como alguna afición.  Si yo les decía que se hicieran su cama, él les decía que no, si les decía que me ayudaran a poner la mesa, él les decía que no, etc. Lo único que conseguí  con mi hijo pequeño es que fuera a clases de Judo, ya que yo pensaba que le iban a hacer bien porque era una forma de controlar y canalizar su hiperactividad, pero como a su padre no le hacía mucha gracia y así  lo manifestaba, se lo dejó.  Eran tres niños pequeños, casi de la misma edad y yo necesitaba apoyo para su educación y más cuando trabajaba fuera de casa y su padre no estaba nunca. 
Pero ya que no estaba nunca en casa y no quería saber ningún problema de nuestros hijos, al menos haberme dejado a mí educarlos a mi manera en lugar de quitarme la autoridad. Pero ni hacía ni me dejaba hacer a mí. Menudo lío les metió a nuestros hijos en la cabeza con su costumbre de quitarme a mí la autoridad, cuando él no estaba nunca en casa.. Y si hacían algo mal estando él y no tenía mas remedio que implicarse, empezaba a gritar en lugar de razonar. Eso es educación? Con tanto grito a los niños y a mí?  Que pregunte a un psiquiatra o psicólogo si eso es una buena educación para los niños.
Esta forma de quitarme la autoridad delante de mis hijos me hacía más costosa su educación, pues me hacían poco caso cuando les decía lo que debían o no debían hacer, ya que con esa finalidad los había educado su padre.
Sabiendo que él quería a nuestros hijos, todo esto me llevó a concluir  que lo hacía para humillarme y hacerme daño a mí. ¿Pero él no se daba cuenta de que a mi me hacía daño pero a nuestros hijos mucho mas?
Una vez que fuimos a Andorra con los niños y los amigos, él cargó el maletero del coche de cartuchos para cazar y los puso “en el fondo del maletero”, después puso las maletas y yo me había comprado una radio, y me la puso encima de todo al borde de  la puerta. Cuando llegamos a la aduana y abrieron el maletero, como lo primero que vieron fue la radio me la quitaron y ya no miraron nada mas y no vieron sus cartuchos, que es lo que él quería. Lo justo hubiera sido que yo le hubiera dicho al inspector que mirara el fondo, pero pobre de mi si lo llego a hacer, no se lo que me
 Mi hijo José Antonio en Andorra

hubiera ocurrido. Eso demuestra su catadura moral. A él le sentó mal que yo me comprara la radio. Menos mal que yo tenía independencia económica y me la pude comprar sin su permiso. Pero, ¡Pobre de aquella mujer que no tenga independencia  económica y tenga un marido con  el comportamiento del mío: tan miserable, mezquino  y egocéntrico. Yo tuve que pagar para que me la enviaran y cuando la recibí al cabo del tiempo en Denia me la pongo en el dormitorio y José Antonio  empieza a tocar los botones y me los rompe. La reacción de su padre fue la de reírse con grandes carcajadas porque me había roto la radio después de toda la odisea pasada. Que mensaje subliminal le dio al niño? Que tocar las cosas y romperlas hacía mucha gracia. Ahora bien, si tocaba algo de su padre los gritos eran descomunales, pero nada de razonamientos.
Después de esto un día José Antonio se subió a una silla y en una estantería teníamos los medicamentos y cogió un bote de pastillas tranquilizantes que tomaba mi marido y se tragó varias pastillas y tuvieron que  hacerle un lavado de estómago. Otro día cogió una botella de gaseosa, le quitó la goma que llevaba en el tapón y se la tragó. No podía respirar y le salía espuma por la boca. Lo llevamos al médico y nos enviaron a Valencia, porque aquí en Dénia en aquella época no podían hacer nada. Nos fuimos a Valencia, el niño echando espuma por la boca y sin poder respirar bien, yo con un pañuelo blanco sacado por la ventanilla para que nos dieran paso. En Valencia se lo pudieron quitar, pero el susto que pasé yo creyendo que no llegábamos a tiempo a Valencia… Pero claro, su padre le había enseñado que tocar las cosas, hacía mucha gracia.
Otra vez fuimos a Canarias y me compré una guitarra, yo sabía que le iba a sentar mal porque le conozco, pero aún así me la
compré porque la quería, me armó una trifulca de mucho cuidado delante de todos, como siempre. Esto fue cuando él ya sabía que yo iba a clases de guitarra porque una amiga mía se lo dijo.
Recuerdo un día que mi hijo mayor  estaba haciendo la tarea del colegio y yo le estaba ayudando, como de costumbre, al tiempo que hacía la cena. Llega su padre mas pronto de lo que era habitual y le dije que ayudara al niño a hacer la tarea, empezó a gritarle y el niño empezó a llorar y ya no acertaba una. Le tuve que decir que lo dejara y continuar yo a ayudarlo. Ya no le pedí nunca más que le ayudara en la tarea.  Otro día que llegó mas pronto y yo estaba haciendo la cena de mis hijos y la nuestra, se sienta a la mesa sin ayudar para nada como de costumbre y le pide a Enrique que le trajera una cerveza de la nevera, mi hijo se la lleva y tropieza, cae, se rompe la botella y se corta el labio. Su padre empieza a gritarme como un energúmeno dándome la culpa a mi y el niño empieza a llorar de oír los gritos de su padre mas que por lo que se había hecho Tuvimos que llevarlo a suturarle la herida. Pero el caso era echarme a mí las culpas de todo delante de nuestros hijos. Entonces tendría Enrique unos 4 ó 5 años, era por los años 68.
Los tres o cuatro primeros años jugaba con los niños y pasaba más tiempo con ellos. Pero algo le hizo cambiar.
Qué consecuencias se deducen del comportamiento de mi marido respecto a la educación de nuestros hijos y su relación comigo al respecto? Sus gritos o  risas y la carencia de razonamientos,  hacerme la contra en todo, echarme a mí la culpa de todo y no querer ver ni saber los problemas de nuestros hijos. Se puede deducir las consecuencias para los tres y especialmente para mi hijo José Antonio por ser el mas pequeño y al que le cogió casi desde su nacimiento ese comportamiento tan irracional. Cualquiera con un poco de sentido común puede deducir las consecuencias para mis tres hijos.

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