-3.-RELACIÓN DE MI ENTONCES MARIDO CON MIS
HIJOS.
Hago
hincapié en esta faceta para que se vea que mi hijo José Antonio, que era el
pequeño, fue el más perjudicado por las ausencias de su padre y la mala
educación que les daba cuando estaba en casa, en la peor etapa de nuestro
matrimonio que mi hijo era casi recién nacido.
José
Antonio era un niño hiperactivo, algo travieso, muy cariñoso, simpático y de
buenos sentimientos. Era el que mas atención necesitaba y el que más debía
haber tenido una educación acorde entre su padre y su madre. Pero no fue así
porque su padre no estaba nunca en casa y en esta etapa, cuando estaba, no
quería saber nada de los problemas de nuestros hijos y se dedicaba a hacerme la
contraria delante de ellos y quitarme la autoridad. Todo esto debió de influir
mucho en la formación posterior del comportamiento de mi hijo.
Yo
se que mi marido quería a nuestros hijos, pero conforme iban creciendo se
ocupaba menos de ellos porque decía que cuando venía
del trabajo no quería saber ningún
problema y si yo a veces le pedía ayuda por algún suceso ocurrido con alguno de
los niños, empezaba a gritarme delante
de ellos diciendo que no quería saber nada. Así me quitaba a mí la autoridad
delante de mis hijos.
Como
esto empeoró con el paso del tiempo, al que mas le afectó esa mala educación
por parte de su padre fue a mi hijo José Antonio que era el mas pequeño, porque
los primeros años de los dos mayores
fueron mejores respecto a la convivencia con su padre, pero con José Antonio,
al año de nacer ya empezaron los problemas graves. A todos les afectó esa falta
de normas y razonamientos por parte de la autoridad paterna, que suplía con
gritos descomunales o con risas cuando hacían algo mal, pero a José Antonio más
por haber empezado a tan temprana edad.
O
eran gritos o eran risas, nada de razonamientos y normas.
Voy
a contar algún caso concreto para que se vea como ejemplo.
Cuando
José Antonio era pequeño y yo estaba atendiendo a alguien en la tienda y
llegaba dos minutos tarde al colegio a recogerlo, ya se había ido el solo y yo
me angustiaba buscándolo. Eso pasaba bastantes veces y el era muy pequeño para
ir sólo por la calle. Cuando volvía a casa y se lo decía a su padre para que me
apoyara, en lugar de eso empezaba a gritarme diciendo que cuando venía del trabajo
no quería saber nada de problemas, eso delante de mis hijos. Quitarme la
autoridad a mí delante de los niños era su especialidad. Claro, necesitaba el
tiempo y energía para “su trabajo nocturno”.
Pero
sin embargo, a pesar de que no quería saber nada de los problemas de su
educación me hacía la contra en todo lo que yo intentaba inculcarles, como
alguna afición. Si yo les decía que se
hicieran su cama, él les decía que no, si les decía que me ayudaran a poner la
mesa, él les decía que no, etc. Lo único que conseguí con mi hijo pequeño es que fuera a clases de
Judo, ya que yo pensaba que le iban a hacer bien porque era una forma de
controlar y canalizar su hiperactividad, pero como a su padre no le hacía mucha
gracia y así lo manifestaba, se lo
dejó. Eran tres niños pequeños, casi de
la misma edad y yo necesitaba apoyo para su educación y más cuando trabajaba
fuera de casa y su padre no estaba nunca.
Pero
ya que no estaba nunca en casa y no quería saber ningún problema de nuestros hijos,
al menos haberme dejado a mí educarlos a mi manera en lugar de quitarme la
autoridad. Pero ni hacía ni me dejaba hacer a mí. Menudo lío les metió a nuestros
hijos en la cabeza con su costumbre de quitarme a mí la autoridad, cuando él no
estaba nunca en casa.. Y si hacían algo mal estando él y no tenía mas remedio
que implicarse, empezaba a gritar en lugar de razonar. Eso es educación? Con
tanto grito a los niños y a mí? Que
pregunte a un psiquiatra o psicólogo si eso es una buena educación para los niños.
Esta
forma de quitarme la autoridad delante de mis hijos me hacía más costosa su
educación, pues me hacían poco caso cuando les decía lo que debían o no debían
hacer, ya que con esa finalidad los había educado su padre.
Sabiendo
que él quería a nuestros hijos, todo esto me llevó a concluir que lo hacía para humillarme y hacerme daño a
mí. ¿Pero él no se daba cuenta de que a mi me hacía daño pero a nuestros hijos
mucho mas?
Una
vez que fuimos a Andorra con los niños y los amigos, él cargó el maletero del
coche de cartuchos para cazar y los puso “en el fondo del maletero”, después
puso las maletas y yo me había comprado una radio, y me la puso encima de todo
al borde de la puerta. Cuando llegamos a
la aduana y abrieron el maletero, como lo primero que vieron fue la radio me la
quitaron y ya no miraron nada mas y no vieron sus cartuchos, que es lo que él
quería. Lo justo hubiera sido que yo le hubiera dicho al inspector que mirara
el fondo, pero pobre de mi si lo llego a hacer, no se lo que me
Mi
hijo José Antonio en Andorra
hubiera
ocurrido. Eso demuestra su catadura moral. A él le sentó mal que yo me comprara
la radio. Menos mal que yo tenía independencia económica y me la pude comprar
sin su permiso. Pero, ¡Pobre de aquella mujer que no tenga independencia económica y tenga un marido con el comportamiento del mío: tan miserable,
mezquino y egocéntrico. Yo tuve que
pagar para que me la enviaran y cuando la recibí al cabo del tiempo en Denia me
la pongo en el dormitorio y José Antonio
empieza a tocar los botones y me los rompe. La reacción de su padre fue
la de reírse con grandes carcajadas porque me había roto la radio después de
toda la odisea pasada. Que mensaje subliminal le dio al niño? Que tocar las
cosas y romperlas hacía mucha gracia. Ahora bien, si tocaba algo de su padre
los gritos eran descomunales, pero nada de razonamientos.
Después
de esto un día José Antonio se subió a una silla y en una estantería teníamos
los medicamentos y cogió un bote de pastillas tranquilizantes que tomaba mi marido
y se tragó varias pastillas y tuvieron que
hacerle un lavado de estómago. Otro día cogió una botella de gaseosa, le
quitó la goma que llevaba en el tapón y se la tragó. No podía respirar y le
salía espuma por la boca. Lo llevamos al médico y nos enviaron a Valencia,
porque aquí en Dénia en aquella época no podían hacer nada. Nos fuimos a
Valencia, el niño echando espuma por la boca y sin poder respirar bien, yo con
un pañuelo blanco sacado por la ventanilla para que nos dieran paso. En
Valencia se lo pudieron quitar, pero el susto que pasé yo creyendo que no
llegábamos a tiempo a Valencia… Pero claro, su padre le había enseñado que
tocar las cosas, hacía mucha gracia.
Otra
vez fuimos a Canarias y me compré una guitarra, yo sabía que le iba a sentar
mal porque le conozco, pero aún así me la
compré
porque la quería, me armó una trifulca de mucho cuidado delante de todos, como
siempre. Esto fue cuando él ya sabía que yo iba a clases de guitarra porque una
amiga mía se lo dijo.
Recuerdo
un día que mi hijo mayor estaba haciendo
la tarea del colegio y yo le estaba ayudando, como de costumbre, al tiempo que
hacía la cena. Llega su padre mas pronto de lo que era habitual y le dije que
ayudara al niño a hacer la tarea, empezó a gritarle y el niño empezó a llorar y
ya no acertaba una. Le tuve que decir que lo dejara y continuar yo a ayudarlo.
Ya no le pedí nunca más que le ayudara en la tarea. Otro día que llegó mas pronto y yo estaba
haciendo la cena de mis hijos y la nuestra, se sienta a la mesa sin ayudar para
nada como de costumbre y le pide a Enrique que le trajera una cerveza de la
nevera, mi hijo se la lleva y tropieza, cae, se rompe la botella y se corta el
labio. Su padre empieza a gritarme como un energúmeno dándome la culpa a mi y
el niño empieza a llorar de oír los gritos de su padre mas que por lo que se
había hecho Tuvimos que llevarlo a suturarle la herida. Pero el caso era
echarme a mí las culpas de todo delante de nuestros hijos. Entonces tendría
Enrique unos 4 ó 5 años, era por los años 68.
Los
tres o cuatro primeros años jugaba con los niños y pasaba más tiempo con ellos.
Pero algo le hizo cambiar.
Qué
consecuencias se deducen del comportamiento de mi marido respecto a la
educación de nuestros hijos y su relación comigo al respecto? Sus gritos o risas y la carencia de razonamientos, hacerme la contra en todo, echarme a mí la
culpa de todo y no querer ver ni saber los problemas de nuestros hijos. Se
puede deducir las consecuencias para los tres y especialmente para mi hijo José
Antonio por ser el mas pequeño y al que le cogió casi desde su nacimiento ese
comportamiento tan irracional. Cualquiera con un poco de sentido común puede
deducir las consecuencias para mis tres hijos.
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